Deep Spanish practice series- 3

Deep Spanish Practice Series – 2

Los niños nacen con almas perfectas, pero luego nosotros, los adultos, los moldeamos y ‘arruinamos’. The Deep Spanish Practice series enhances student reading by offering Spanish content beyond daily vocabulary.

Welcome to our Deep Spanish practice series, a Spanish practice that engages students to read something more enticing than every day Spanish words. The purpose of this blog is to read and write in Spanish so that students taking Spanish classes can practice reading something other than ‘where is the library’ or ‘I like the blue pants’.

It is not our intention to promote any political party or ideas related to a political viewpoint. If there is any overlap, it’s because these ideas, like most ideas, can inspire agreement or disagreement.

We are open to comments; however, any rude or inappropriate comments will not be approved. You are welcome to comment and express your agreement or disagreement as long as it’s in Spanish and done in a respectful manner. We encourage you to participate in our Deep Spanish practice series!

Los niños nacen con almas perfectas, pero luego nosotros, los adultos, los moldeamos y ‘arruinamos’.

En el hermoso y mágico viaje de la maternidad y paternidad, una verdad profunda se me hizo evidente: los chicos nacen perfectos. Son almas inmaculadas, sin manchas de prejuicios que a menudo aquejan al mundo. Es la influencia de los padres y la sociedad la que puede nutrir esta perfección o involuntariamente (a veces no tan involuntariamente) empañarla. Ser padre o madre no solo transforma tu vida, sino que también presenta una oportunidad para el crecimiento, la autorreflexión y la necesidad imperativa de brindar un ejemplo brillante para los pequeños que nos miran con admiración.

Convertirse en padre o madre a menudo se describe como una experiencia que cambia la vida, y con razón. No se trata solo de cambiar pañales y calmar llantos; se trata de experimentar una metamorfosis en tus valores, procesos de pensamiento y percepción del mundo. Como padre, descubrirás que los juicios que alguna vez lanzaste sobre otros regresan para atormentarte como una presentación de diapositivas espeluznante, obligándote a tragarte cada comentario despectivo que hayas hecho, pero lo triste es que a veces, lo seguimos haciendo.

Los niños tienen una capacidad notable para abrirnos los ojos a aspectos de la vida que podríamos haber pasado por alto. Nos desafían a crecer, a convertirnos en mejores individuos y a brindar el mejor ejemplo posible para ellos. Seguido encontramos una suerte de formación en la inocencia y pureza de su existencia.

Una de las lecciones más profundas que aprendemos como padres es la realización de que los niños nacen perfectos. Entran en este mundo sin conocimiento de prejuicios, odio o discriminación. Somos los adultos quienes introducimos ‘inadvertidamente’ estos elementos tóxicos en sus vidas. Sus mentes imparciales son como pizarras en banco, esperando que les transmitamos nuestra sabiduría o nuestros prejuicios.

Group of four kids sitting on a wooden log and having fun. Multi-ethnic group of kids playing in a park.

Tuvimos la suerte de que nuestros hijos asistieran a un jardín de infantes que era una pequeña representación del mundo, con niños de diferentes países y culturas. Nunca juzgaron ni criticaron a otros por su apariencia, habla o pronunciación. Simplemente se veían mutuamente como amigos, sin prejuicios previos. Eran sus amigos, hablaran inglés bien, mal o no hablaran en absoluto.

Una experiencia inolvidable para mí ocurrió cuando mi hijo mayor estudió a Rosa Parks en primer grado. Regresó a casa indignado y confundido, explicándole a su hermana menor que si su amigo hubiera vivido en la época de Rosa Parks, no les habrían permitido sentarse juntos en el autobús. Este incidente reforzó la urgencia de enseñar a nuestros hijos la tolerancia, la compasión y la importancia de defender lo que es correcto.

Me hice una promesa a mí misma de nunca hablarles mal de nadie, especialmente de alguien a quien aman. Es un compromiso para permitirles tomar sus propias decisiones sobre a quién amar o no, libres de la influencia de nuestros juicios.

Como padres, es nuestra responsabilidad nutrir y proteger la perfección innata de nuestros hijos. Esforcémonos por crear un entorno que fomente la aceptación, la compasión y el amor. De esta manera, podemos garantizar que nuestros hijos, crezcan siendo personas de bien, que se transformen en adultos tolerantes y amables que el mundo tan desesperadamente necesita.

Démosles esa oportunidad. ¿Seremos capaces? 


Aquí les dejo una canción de Serrat. La canción se llama ‘Esos locos bajitos’. Es un tema viejo, pero es un poema y cada vez que lo escucho me hace emocionar.

A menudo los hijos se nos parecen
Así nos dan la primera satisfacción
Esos que se menean con nuestros gestos
Echando mano a cuanto hay a su alrededor
Esos locos bajitos que se incorporan
Con los ojos abiertos de par en par
Sin respeto al horario ni a las costumbres
Y a los que, por su bien, hay que domesticar
Niño
Deja ya de joder con la pelota
Niño, que eso no se dice
Que eso no se hace
Que eso no se toca
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma
Nuestros rencores y nuestro porvenir
Por eso nos parece que son de goma
Y que les bastan nuestros cuentos
Para dormir…
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
Sin saber el oficio y sin vocación
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
Con la leche templada
Y en cada canción
Niño
Deja ya de joder con la pelota
Niño, que eso no se dice
Que eso no se hace
Que eso no se toca
Nada ni nadie puede impedir que sufran
Que las agujas avancen en el reloj
Que decidan por ellos, que se equivoquen
Que crezcan y que un día
Nos digan adiós…

Responses

Your email address will not be published. Required fields are marked *